Coworking: el retorno a la excelencia gremial

Se me vino a la cabeza el otro día, viendo la carátula de la web de ECOWORKING, la organización gremial de los artesanos y profesionales del medievo. En el fondo, ambas fórmulas tienen mucho en común.


En primer lugar, se trata de formas asociativas y cooperativas del trabajo. Los antiguos tintoreros, curtidores, plateros, zapateros, bordadores, y un larguísimo etcétera de artesanos y profesionales se agrupaban por calles, conformando los primigenios barrios de los burgos medievales, hoy los núcleos históricos de muchas, la mayoría, de nuestras ciudades mediterráneas y centroeuropeas.

 

La razón, no era otra que los beneficios derivados de la unión, tanto en la defensa de sus vidas y haciendas, como en la sus intereses corporativos, gremiales en este caso. Pero, con ser ésta una razón muy potente, no era la única: del trabajo familiar, en íntima conexión física, se derivaban importantes externalidades, más importantes si caben, que el mero hecho de trabajar todos juntos en un perímetro concreto, con un inicial afán defensivo.

La formación era una inmediata derivada de este modelo de organización. Abuelo, padre, hijo, es lo mismo que artesano, maestro, aprendiz. Se trabajaba, trabajaban todos y algunos aprendían y, a la vez, aprendían todos de todos. A su vez, los gremios se agrupaban en otras categorías, podríamos decir, horizontales. Existían los gremios artesanos, los de escribanos, los matasanos de entonces, sanitarios de hoy y los prestamistas, lo que hoy sería la city medieval, el corazón de las finanzas de entonces y donde se daban noticias de los precios de las lanas, los vinos, los cereales, de los principales mercados y ferias que se celebraban por toda la geografía de entonces. Algo parecido a la Bolsa actual. Una especie de protobolsa de valores, donde ya no sólo se negociaba en la feria, sino que también se compraban y vendían los pagarés en las casas de cambio y préstamo.


También este modelo tenía sus ventajas: la actividad artística, transformadora, productiva, etc tenía muy cerca la actividad financiadora para que los proyectos profesionales pudiesen salir adelante. Y para elevar a obligaciones contractuales los acuerdos alcanzados, allí radicaban también los escribanos, secretarios y notarios para sellarlos y dar fe de ellos.


Este micro mundo empresarial se remataba con la dimensión espiritual, que en cada caso adquiría una advocación especial y distinta. Nuestras capitales de provincias (Soria, León, Murcia, Granada, etc, etc ) y nuestros pueblos de rango poblacional inferior, pero muchos de ellos muy importantes en aquellos siglos, están plagados de iglesias. Hasta más de diez, e incluso veinte iglesias se pueden contar en un sin fin de ellos. Ello obedece a que cada gremio tenía su advocación, su santo, seña y su santa y, por supuesto, su templo, su iglesia. Lo de la seña, no es otra cosa que la clave protectora del arcano secreto de los conocimientos y técnicas gremiales, transmitidas oralmente.
El modelo coworking y networking de trabajo (perdón por la redundancia) es algo muy parecido a lo que acabamos de describir en gruesas pinceladas respecto de la organización medieval del trabajo.


Coworking es el gerundio de trabajar, del sustantivo trabajo. Y no es gerundio sin más, porque sí. Es gerundio porque quiere significar, implícitamente, que varios trabajan juntos. Lo mismo que entonces. Si ahora le anteponemos, en nuestro caso, el adjetivo ECO, queremos significar que aquellos que trabajan juntos pertenecen a un mismo "gremio". En este caso el de lo ecológico, lo natural. Nada distinto de los tintoreros medievales, por ejemplo.


Como en el caso medieval, la formación y la innovación, que no es sino una segunda derivada de la formación, surge de esa proximidad física y del mismo tipo de trabajo, de la búsqueda de una premeditada especialización. Entre unos y otros charlando, comentando, entre los especialistas juntos tomando un café surgen las sinergias que decimos hoy, que son las mismas que se producirían entre el maestro y el aprendiz del siglo XIII. También, en el fondo, cada profesional de hoy guarda su arcano, su secreto profesional, nunca mejor dicho.


Yo diría, que sólo hay una diferencia, aunque irrelevante, entre el "modelo medieval" y el "modelo coworking". Los mercados y las ferias estaban entonces lejos de los centros de producción, si bien ya hemos dicho que se negociaba a futuro en los centros de cambio y financieros. Hoy el mercado sólo está a un clic de ratón. Pero, poca es la diferencia.


Hasta la dimensión religiosa o espiritual existe al igual que antaño, atemperada a nuevas circunstancias. Muchas profesiones, mejor dicho, muchos profesionales viven hoy día su profesión de manera devota, de acuerdo con unos principios que van más allá de las formulaciones técnicas que su trabajo conlleva. Estoy seguro que los que pertenecemos a ECOWORKING profesamos la misma sintonía respecto de valores de preservación y protección medioambientales, de cuidado por lo natural, de salubridad alimentaria, de compasión por todo lo vivo, y un extenso etcétera.


Una última reflexión, para acabar. Este modelo que acabamos de describir, coincidente en más de un 95% con el que se practicaba hace siete, ocho o nueve siglos, es el origen del capitalismo moderno, y su vertiente sociológica, del liberalismo europeo y occidental. En definitiva de la eficiencia económica del capitalismo primigenio que llevaba en si mismo el germen de la innovación y la productividad, con el dinero al lado de las necesidades, modelo que al contaminarse con añadidos espúrios, derivó en la empresa industrial, de masas, burocratizada y jerarquizada en un sin fin de escalones. Fueron, y son, las grandes empresas las que tomaron como ejemplo la organización del funcionariado estatal, y no al revés, y las que nos han conducido hoy día a un modelo de empresa inviable, que no resiste los envites de las crisis, porque lleva en sí misma la esclerósis de su agotamiento.


Lo coworking y lo networking de hoy , es una vuelta a los orígenes, una bocanada de aire fresco, espontáneo, humanista, empresarial y organizativo abarcable, que necesitan las economías de hoy.

 

José Enrique Villarino

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Comentarios: 3
  • #1

    Alberto Santos (martes, 18 junio 2013)

    Me parece genial el paralelismo que José Enrique hace entre los orígenes del sistema capitalista y estos, supuestamente modernos, sistemas de colaboración. Sin duda, una vez hemos quedado escarmentados con los peligrosos experimentos de la economía especulativa, no nos queda más remedio que centrarnos en la producción valiosa entorno a necesidades reales.
    Aunque ojo!! todavía nos rondan vendedores de humo, o como decía el otro, vendedores de palas para buscadores de oro.

    Suerte Ecoworking!!

  • #2

    José Enrique (martes, 18 junio 2013 19:15)

    Muchas gracias por tu comentario. Efectivamente, hasta ahora se hablaba en la empresa moderna del vector competitivo, de "la ventaja competitiva", ahora ya empezamos a hablar de sistemas cooperativos. La competencia es necesaria como afán de superación, la cooperación es algo más. A las relaciones de unas células con otras de nuestro cerebro lo denominamos sinapsis: la capacidad de relacionarse entre si para fabricar los pensamientos. Los sistemas cooperativos son sinápticos, generan pensamiento nuevo.

  • #3

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